SANTOS DE HOY
- Timoteo y Tito obispos; Teógenes, Marco, Teofrido, Auxilio y Atanasio obispos; Simeón anacoreta; Paula viuda; Ansurio (Isauro) y Vimarasio obispos; Gabriel de Jerusalén, Amón y Notburga confesores.
Martirologio Romano: Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles
San Timoteo y San Tito Ayudaron al ministerio de San Pablo y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente
¿Quiénes fueron los Santos Tito y Timoteo?
Lo que nosotros sabemos acerca de la vida de los Santos Timote y Tito lo podemos apreciar en el Nuevo Testamento.
San Timoteo, fue bautizado y posteriormente ordenado sacerdote por San Pablo. Este joven se convirtió en el compañero misionero de San Pablo y en su hijo espiritual más querido. San Pablo mostró su confianza en este discípulo al consagrarlo obispo de la gran ciudad de Éfeso. San Timoteo fue apedreado hasta la muerte treinta años después del martirio de San Pablo por haber denunciado la adoración de la diosa Diana.
Por su parte San Tito, un converso del paganismo, era un compañero de trabajo de San Pablo en muchas misiones apostólicas. San Pablo más tarde lo convirtió en obispo de Creta, una carga difícil debido al carácter de los habitantes y la difusión de doctrinas erróneas en esa isla. Los escritos de San Pablo nos dicen que San Tito se regocijó al descubrir lo que era bueno en otros y atrajo los corazones de los hombres por su amplia y afectuosa simpatía.
Biografía de los San Tito y San Timoteo
San Timoteo fue un discípulo muy amado de san Pablo. Era de Listra. Los Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los creyentes de la ciudad y de los alrededores daban de él muy buenos testimonios. Pablo quiso que se fuera con él.
San Pablo le impuso las manos y le confió el misterio de la predicación, y en adelante lo consideró siempre como un hijo suyo y un discípulo muy amado. En la carta a los Corintios, el apóstol lo llama "Timoteo: mi hijo amado" (1 Cor. 4,7) y de la misma manera lo llama en las dos cartas que le escribió a él.
Timoteo acompañó a San Pablo en su segundo y tercer viajes misioneros. El apóstol al escribirle más tarde le recordará lo buena que fue su familia:
"Quiero refrescar el recuerdo de la gran fe que había en tu familia: en tu abuela Loida y en tu madre Eunice. Que esa fe se conserve en ti, ya que desde tu más tierna infancia te hicieron leer y meditar las Sagradas Escrituras" (1 Tim. 1,5;4,14)
La familia de Timoteo progresó mucho en santidad cuando San Pablo y San Bernabé estuvieron hospedados en su casa en Listra. Y allí aquella ciudad les sucedió a los dos apóstoles un hecho muy singular.
Las gentes al ver cómo Pablo curó instantáneamente a un tullido, bendiciéndolo en nombre de Jesucristo, se imaginaron que estos predicadores eran dos dioses disfrazados de hombres.
Que Bernabé, por alto y elegante, era Júpiter, y que Pablo, por lo bien que hablaba, era Mercurio, el mensajero de los dioses y patrono de los oradores. Y corrieron a llamar a los sacerdotes del Templo de Júpiter, los cuales llegaron trayendo un toro para ofrecérselo en sacrificio a los dos dioses.
San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban, y rasgándose la camisa les gritó:
"Hombres, nosotros no somos dioses, somos pobres criaturas como todos ustedes."
Y entonces la situación cambió por completo. Los judíos incitaron al populacho contra los predicadores y los apedrearon dejándolos medio muertos. Fueron llevados a casa de Timoteo y allí les hicieron las curaciones más necesarias y en la madrugada salieron de la ciudad.
Seguramente que a Timoteo le debió impresionar muy profundamente el modo tan extraordinariamente heroico y alegre que tenía San Pablo para ofrecer sus padecimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas, y esto lo movió más y más a dedicarse a seguirlo en sus trabajos de apostolado.
Después de viajar con él en sus correrías de predicación por varios países, Timoteo acompañó a San Pablo en la prisión que tuvo que sufrir en Roma, pues en las cartas que desde Roma escribió el gran apóstol anuncia que lo está acompañando Timoteo, su fiel discípulo.
Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a Timoteo. En ellas le recomienda:
"Que nadie te desprecie por tu juventud. Muéstrate en todo un modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la fe"(1 Tim. 4,12)
Y hasta desciende a detalles prácticos:
"Timoteo: no tomes sólo agua. Mézclale de vez en cuando un poco de vino, por tus continuos males de estómago" (1 Tim. 5,23)
El historiador Eusebio dice que San Pablo nombró a Timoteo como obispo de Efeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue nombrado presidente de los obispos de esa región.
Se cuenta también que en tiempos del emperador Domiciano, hacia el año 97, Timotio fue martirizado, apaleado y apedreado por haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en aquella ciudad.
San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que junto a los restos o reliquias de San Timoteo, los cristianos obtenían muy grandes favores de Dios (y ojalá los obtengamos también hoy nosotros al recordarlo con cariño).
Lo que más simpatía le atrae a San Timoteo es haber sido discípulo siempre fiel y muy preferido del gran San Pablo. (Que bueno que él nos prendiera un poquito de su aprecio por las palabras de tan gran apóstol).
San Tito, obispo
San PabloTito fue discípulo y secretario de San Pablo. Acompañó al apóstol en muchos de sus viajes.
En las dos cartas a los Corintios San Pablo declara que él confía plenamente en su discípulo Tito, y a él lo envía a tratar de que los cristianos cumplan lo que les ha dicho en sus cartas. Y después dice que ha quedado muy satisfecho por las noticias que Tito le ha traído.
San Pablo lo nombró obispo de la isla de Creta y le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener los sacerdotes.
Según lo que nos cuenta la tradición, San Tito murió muy anciano y venerado. Tito significa: defensor. Que él sea nuestro defensor contra los errores que atacan a nuestra religión.