BIOGRAFÍA
La Asunción de María o Asunción de la Virgen es la creencia, de acuerdo con la tradición y doctrina de la Iglesia católica y de la Iglesia ortodoxa, la iglesia ortodoxa oriental y algunas denominaciones protestantes como los anglicanos, de que María, la madre de Jesucristo, cumplido el curso de su vida terrenal, fue llevada en cuerpo y alma al Cielo. No debe confundirse con la Ascensión, que hace referencia al propio Jesucristo.
Este traslado es llamado Assumptio Beatae Mariae Virginis (‘Asunción de la Bienaventurada Virgen María’) por los católicos, cuya doctrina fue definida como dogma de fe por el papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950.
La Iglesia católica celebra esta fiesta en honor de María en Oriente desde el siglo vi y en Roma desde el siglo vii. La festividad se celebra el 15 de agosto.
La primera referencia oficial a la Asunción se halla en la liturgia oriental; en el siglo iv se celebraba la fiesta de El Recuerdo de María, que conmemoraba la entrada al Cielo de la Virgen María y donde se hacía referencia a su asunción. Esta fiesta en el siglo vi fue llamada la Dormitio (κοίμησις, koimesis) o Dormición de María, donde se celebraba el fin de la vida terrena y la asunción de María al Cielo. En el siglo vii el nombre pasó de «Dormición» a «Asunción».
La primera referencia literaria conocida sobre la Asunción se encuentra en la obra griega De Obitu S. Dominae. Dos ciudades afirman ser el lugar donde ocurrió su Asunción: Jerusalén y Éfeso.
La primera narración conocida que aborda el final de la vida de María y su asunción es el apócrifo Liber Requiei Mariae ("Libro del reposo de María") del siglo III y posiblemente del II.
Otras fuentes tempranas también contienen referencias a la Asunción. "La Dormición/Asunción de María" (atribuida a Juan el Teólogo o "Pseudo-Juan"). El "Six Books Dormition Apocryphon", que data de principios del siglo IV, también habla de la Asunción.
Otros apócrifos posteriores notables basados en estos incluyen De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan. También de esa época data el libro De Transitu Virginis, imputado a San Melito de Sardes; así como en una carta atribuida a San Dionisio el Areopagita en el Pseudo-Dionisio.
La creencia en la asunción corpórea de María se basa en el tratado apócrifo De Obitu S. Dominae, que lleva el nombre de San Juan, que pertenece sin embargo al siglo IV o V. También se encuentra en el libro De Transitu Virginis, falsamente atribuido a Melitón de Sardes, y en una carta espuria atribuida a Dionisio el Areopagita.
Según una de estas fuentes, María habría sido resucitada y asunta al cielo recién enterrada. Llegado Jesús al escenario del óbito, habría preguntado a sus apóstoles, que la velaban:
“¿Qué queréis vosotros que haga con ella?” Una vez más, es el vehemente Pedro el que se apresura a responder: “A tus servidores les parecería justo que lo mismo que, habiendo vencido a la muerte Tú reinas en tu gloria, resucites el cuerpo de María y la conduzcas al Cielo llena de alegría”.
“[Entonces] llevaron los apóstoles el féretro y depositaron su santo y venerado cuerpo en Getsemaní, en un sepulcro sin estrenar […] Y por tres días consecutivos se oyeron voces de ángeles invisibles que alababan a su Hijo, Cristo nuestro Dios. Más cuando concluyó el tercer día, dejaron de oírse las voces, por lo que todos se apercibieron de que su venerado e inmaculado cuerpo había sido trasladado al Paraíso”.
El más difundido de los «evangelios asuncionistas» y uno de los más antiguos en el oriente bizantino es el Libro de San Juan Evangelista, el Teólogo. Este y otros escritos apócrifos tuvieron gran influencia en diversas homilías y escritos de los oradores orientales, como por ejemplo Juan de Tesalónica, Juan de Damasco, san Andrés de Creta, san Germán de Constantinopla, entre otros. Si bien no tenían ni tienen carácter histórico, la Iglesia católica vio en estos escritos el fondo teológico que existía y del cual los relatos eran expresiones adornadas.
Debido a factores políticos y lingüísticos, ya que las relaciones con oriente eran tensas y el griego no se dominaba todavía, la doctrina de la Asunción de María no fue desarrollada sino hasta el siglo xii donde aparece el tratado Ad Interrogata, atribuido a san Agustín, el cual aceptaba la asunción corporal de María. Santo Tomás de Aquino y otros grandes teólogos se declararon en su favor.
El papa Pío V, en el siglo xvi, al momento de reformar el Breviario, quitó las citas del "Seudo-Jerónimo" y las sustituyó por otras que defendían la asunción corporal.
Dos siglos después, el papa Benedicto XIV señaló la doctrina de la asunción como pía y probable pero sin señalarla aun como dogma.
La influencia del libro llamado el Pseudo-Jerónimo, que ponía en duda si María fue asunta al cielo con o sin su cuerpo (aunque manteniendo la creencia en su incorrupción), hizo surgir la duda de si la asunción corporal estaba incluida en la celebración de la fiesta. A esto se sumó otro libro que gozó de fama entre los conventos y cabildos, llamado el Martirologio, del monje Usuardo (muerto hacia el año 875) el cual alababa la reserva de la Iglesia de aquella época que preferiría no saber "el lugar donde por mandato divino se oculta este dignísimo templo del Espíritu Santo y nuestro Señor Dios".
Constitución apostólica Munificentissimus Deus, 1 de noviembre de 1950Por eso, después que una y otra vez hemos elevado a Dios nuestras preces suplicantes e invocado la luz del Espíritu de Verdad, para gloria de Dios omnipotente que otorgó su particular benevolencia a la Virgen María, para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte, para aumento de la gloria de la misma augusta Madre, y gozo y regocijo de toda la Iglesia, por la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.