San Odón Abad
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San Odón Abad De Cluny
SANTOS: San Odón de Cluny, Dedicación de las basílicas de San Pedro y San Pablo, San Maudeto abad, San Patroclo de Colombiers, San Romacario de Constanza, San Román de Antioquía, San Teofredo de Calmeliac, Santa Bárula mártir, Santa Filipina Duchesne, Santa Rosa Felipa Duchesne, Beata Carolina Kózka, Beato Grimoaldo de la Purificación Santamaría.Odón nació hacia el 880, en los confines entre Maine y Turena, en Francia. En palabras del Papa emérito Benedicto XVI, San Odón nos conduce, en particular, a un monasterio, Cluny, que durante la edad media fue uno de los más ilustres y famosos, y todavía hoy revela a través de sus ruinas majestuosas las huellas de un pasado glorioso por la entrega intensa a la ascesis, al estudio y, de modo especial, al culto divino, rodeado de dignidad y belleza.La Misericordia Divina está siempre disponible
La vida de Odón se sitúa en el medievo monástico, una época marcada por la sorprendente difusión en Europa de la vida y de la espiritualidad inspiradas en la Regla de san Benito. Su padre lo consagró al santo obispo Martín de Tours, en cuya memoria Odón pasó toda su vida.
Cuando el santo era muy joven, padeció fuertes dolores de cabeza y tanto él como su padre rogaron a Dios, quien de inmediato lo sanó de todo mal que lo aquejaba. Cuando Odón tenía unos dieciséis años de edad, en una vigilia de Navidad, brotó espontáneamente de sus labios una oración a la Virgen: “Señora mía, Madre de misericordia, que en esta noche diste a luz al Salvador, ora por mí. Que tu parto glorioso y singular sea, oh piadosísima, mi refugio”. Desde aquel día, el santo siempre llamaría “Madre Misericordiosa” a la Santísima Virgen María, a quien también llamaba “única esperanza del mundo… gracias a la cual se nos han abierto las puertas del paraíso”.
Cierto día, Odón leyó las Reglas que San Benito hizo para sus monasterios y comprendió que su vida distaba mucho de una vida en santidad, entonces, fascinado por el ideal benedictino, en el año 909 dejó Tours y entró como monje en la abadía benedictina de Baume, donde se convirtió, además, en sacerdote y superior de la escuela de abadía. Cuando en el año 910 fue fundado el Monasterio benedictino de Cluny, el fundador lo llevó como ayudante, para luego convertirse en abad en el año 927. Desde allí, Odón logró ejercer una amplia influencia en los monasterios del continente, llegando a tener más de mil monjes bajo su dirección en diversos conventos.
En sus primeros años como benedictino, Odón se dedicaba más al estudio que a la oración, pero recibió la gracia de Dios de contemplar en una visión cómo su alma era como un vaso muy hermoso pero lleno de serpientes. Desde aquel momento, el santo se dedicó fervorosamente a la oración y la meditación, convencido de que ese era el camino para agradar a Dios.
Odón insistía en que se rezaran ardorosamente los salmos y en que se observara un gran silencio en el monasterio. El santo logró formar monjes tan fervorosos que con ellos logró fundar otros 15 monasterios más. En el año 931, autorizado por un privilegio del Papa Juan XI, reformó los monasterios en Aquitania, el norte de Francia e Italia. Además, el privilegio le autorizaba a unir varias abadías bajo su supervisión y a recibir en Cluny monjes de las abadías no reformadas. Además, en varias oportunidades, se le confiaron al santo importantes misiones políticas, por ejemplo, cuando logró la paz entre el Rey Hugo de Italia y Alberico de Roma.
Entre los años 936 y 942, el santo visitó Italia varias veces. En Roma fundó el monasterio de Nuestra Señora de Aventine e influyó en la reforma del cenobio de San Pablo extramuros. Su reforma y su guía alcanzaron, también, Subiaco, Montecassino y Salerno.
La misión de Odón contenía varias aspiraciones, entre ellas, la concordia entre reyes y príncipes, la observancia de los mandamientos, la atención a los pobres, la enmienda de los jóvenes, el respeto a las personas ancianas. En sus escritos se observa su amor por la interioridad y una visión del mundo como realidad frágil y precaria de la que hay que desarraigarse, una inclinación constante al desprendimiento de las cosas consideradas como fuente de inquietud, una aguda sensibilidad por la presencia del mal en las diferentes categorías de hombres, y una íntima aspiración escatológica. Viendo la fragilidad del mundo, el santo valoraba la vida interior abierta al otro para así transformar la existencia y abrir el mundo a la luz de Dios.
El santo estaba convencido de la presencia real, bajo las especies eucarísticas, del Cuerpo y de la Sangre del Señor, en virtud de la conversión “sustancial” del pan y del vino. Odón, escribió en uno de sus textos: “Dios, el Creador de todo, tomó el pan, diciendo que era su Cuerpo y que lo habría ofrecido por el mundo, y distribuyó el vino, llamándolo su Sangre”; ahora bien, “es ley de naturaleza que tenga lugar la transformación según el mandato del Creador”, y por tanto, he aquí que “inmediatamente la naturaleza cambia su condición habitual: sin tardar el pan se convierte en carne, y el vino se convierte en sangre”; a la orden del Señor «la sustancia se transforma».
El santo no se rendía ante el pesimismo de lo que observaba a su alrededor, y obraba como un verdadero guía espiritual tanto para los monjes como para los fieles de su tiempo. Ante el gran número de vicios difundidos en la sociedad, el remedio que él proponía era el de un cambio radical de vida, fundado en la humildad, la austeridad, el desapego de las cosas efímeras y la adhesión a las eternas. Odón afirmaba: “La misericordia divina está siempre disponible; ella espera la hora de nuestra conversión”.
El santo era un hombre de gran bondad, de esa bondad que sólo puede provenir de Dios, rebosante de alegría, poseedor de grandes virtudes como la paciencia, el menosprecio del mundo, el celo por las almas y el compromiso por la paz de las Iglesias.
En el año 942, durante una de sus visitas a Roma, el santo enfermó y, sintiéndose próximo a la muerte, decidió regresar a Tour, para permanecer cerca de Martín, el santo a quien había sido consagrado. Allí, el 18 de noviembre, partió hacia la casa del Padre. En el día de su fiesta, pidamos la especial intercesión de San Odón de Cluny, para que su bondad, la alegría que nace de la fe y la oposición a los vicios del mundo, toquen también nuestro corazón, a fin de que también nosotros podamos hallar la fuente de la alegría que brota de la bondad de Dios porque hasta el cielo no paramos.
PildorasdeFe.net | Biografía de Santos y Beatos, Con información de Ewtn.com